Semana del 8 al 11 de octubre, preludio de la conmemoración del día de la hispanidad, del día nacional, del día del pilar, del día ... UN SÓLO DÍA PARA TANTAS FIESTAS. Pero cual cumpleaños ocasión para recordar el motivo y la consideración del recuerdo. ¿Evocar qué?
Salgamos de nosotros mismos y pensemos cual alienígenas que en una máquina del tiempo pudiéramos "observar" el pasado y contemplar los acontecimientos a través del cristal del escaparate de la historia.
Y puesto que soy evolucionista con la naturaleza y con la historia, acepto el momento y la realidad presente. Si algo hay que hacer, es ahora. El pasado es pasado.
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1492, el comienzo de la Era Moderna
El descubrimiento de América provocó una
transformación del esquema de pensamiento del hombre del Renacimiento. A partir
de tal acontecimiento se construye la consideración de un nuevo mundo, no
solo físico sino de pensamiento, dándose un salto cualitativo que rompe con
el pasado medieval y da inicio a la Edad Moderna.
Si el Renacimiento crea la “sensación” del hombre como centro
del cosmos y del pensamiento, la nueva era o edad le propicia el posicionamiento
como sujeto de libertad. El hombre deja de pensar en Dios para conocerse y considerarse a
sí mismo. El descubrimiento de América fue la confirmación de una sospecha que minaba
los planteamientos teológicos con los que se interpretaba y aplicaba
la doctrina de la fe cristiana. Las cosas no eran como decían que
eran, por tanto la autoridad eclesial y el dogma se derrumban.
No era por tanto lo que se descubría sino que surgía un
mundo desconocido hasta entonces, completamente nuevo y sin explicación.
Dios no lo tenía proyectado. Era un mundo creado sin Dios.
Para el Viejo Continente aquel Nuevo Mundo era,
suponía un paraíso, el paraíso perdido, una tierra de oportunidades, un
lugar donde los sueños se harían realidad y las desdichas olvidadas.
Curiosamente la vieja mentalidad volverá a florecer; si antes
las Cruzadas se organizaban para conquistar territorios de la fe “islámica”,
ahora el viejo afán va a desarrollar otro “conquista” a los “paganos”, que
si bien no oculta el afán de riquezas, se envuelve en “adoctrinamiento y
conversión”.
Por estos motivos cuando se conmemoraba el 500
aniversario, en el año 1992, hace ahora 20 años, muchos pueblos indígenas reprochaban
la aniquilación de su identidad y cultura. El fenómeno de la colonización
conlleva inherentemente la supresión de unas manifestaciones culturales que son
transformadas por las del conquistador. Asistimos, en el momento presente, a una
desaparición lenta de vestigios idiosincráticos de poblaciones autóctonas que
son sustituidos en cuanto que unos recursos tecnológicos e industriales avanzados, y más atrayentes, truecan y truncan a los menos sofisticados y artesanales.
Hoy somos testigos de una situación parecida, tan sólo que
los elementos y recursos de transformación son mucho más virulentos, originándose
las denominadas brechas sociales y generacionales.
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