Así como los griegos la ensoñaron en la lejanía, los árabes en su cercanía.

sábado, 27 de febrero de 2021

 

       

 

La Historia de Andalucía es antigua y compleja, pero si algo la va a distinguir sobretodo es su extensa universalidad. El pueblo andaluz es rico, y en su riqueza, creativo y optimista, emprendedor y aventurero.

 

        Andalucía dispone de una leyenda, la de La Atlántida, que no la inventó ella misma, sino que es un mito griego, que la sitúa en Tartessos, el reino de los tartesios, también conocido por Tharsis. Y como parte de la mitología, toda la península se integra en la leyenda donde sitúa el Jardín de las Hespérides, el cual era de la diosa Hera, la esposa de Zeus, quien disponía en él de los frutos que dotaban de inmortalidad. El jardín era conocido por sus encantadoras Hespérides, las ninfas de la luz del atardecer y del Ocaso.

 

        En este jardín sus frutos eran unas manzanas doradas o rojas, y también granadas, cuyo jugo rojo rejuvenecía y evitaba la mortalidad humana. De ello que fueran muy codiciadas por todos los mortales. Y por esta misma razón, la diosa puso al dragón Ladón o Gerión para mayor cuidado, pues las ninfas eran distraídas y adormiladas.

 

        Hércules en uno de sus trabajos, fue enviado por su rey para que le proveyera de estos frutos, y aquí que vino, y por su presencia y aventura, hoy tenemos en nuestro escudo andaluz su retrato entre las dos columnas, dos de las cuatro que sostienen al firmamento.

 

        Hércules tuvo que luchar contra este monstruo que, con más de cien cabezas y bocas, bramaba como mil torbellinos de huracán, así como sus fauces mordían y atenazaban para despiezar y despedazar a sus víctimas.

 

        Pero con su astucia y fuerza, Hércules pudo vencerlo, y descanso junto a las adormiladas ninfas que les cantaban y deleitaban mientras reponía fuerzas para volver con sus trofeos, los frutos inmortales de esta región.

 

        También el pueblo árabe creyó encontrar en Al-Ándalus su Paraíso Inmortal entre las aguas cristalinas de sus montañas, las doradas y abundantes mieses de sus tierras, sus verdes pámpanos y uvas junto con las moradas aceitunas y áureos aceites. Las aromáticas flores de romero y azahar, rosales, lirios y jazmines, y la suavidad del clima y sus brisas en el aire de sus cumbres o en las orillas junto al mar.

 

28 de febrero

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