Almería, asentada en el sudeste peninsular ha gozado de la predilección de asentamientos humanos desde épocas prehistóricas.
Hoy hemos podido encontrarnos con nuestros antepasados y al realizar un viaje "mental" en el tiempo, ver como vivieron.
Fue la casualidad que en la realización del trazado ferroviario, en un caso o en el trasiego de la explotación minera de finales del siglo diecinueve en nuestra provincia, la suerte de los hermanos Luis y Enrique Siret posibilitaran que estos restos conocieran la luz científica.
Ellos, los Siret, provenientes de Bélgica, país próximo a Francia e Inglaterra, así como Alemania, sintonizan con el fulgor de los estudios arqueológicos que los discípulos de Lamarque y Darwin, proyectan sobre el pensamiento intelectual en toda la esfera científica occidental.
La ciencia es evolución y la evolución es el conocimiento "de la creación" del hombre mismo. Un homo faber, un homo habilis un homo sapiens, que transforma, resuelve mediante tecnologías y domeña el entorno, lo altera.
Ineludiblemente evolución es alteración.
Resulta maravillosamente pedagógico el pilar estratográfico que reproduce una "sonda" de prospección temporal, y plasmar una escenificación de lo que la acción del hombre provocaba en la naturaleza y que son precisamente estas huellas las que ahora estudiamos y a partir de ellas deducimos, la acción del hombre sobre nuestro territorio.
El Museo gira entorno a este pilar estratigráfico de 13 metros de altura, y los cuatro pisos-terrazas del edificio que le rodean posibilitan la contemplación de períodos señeros de nuestro pasado y presente existencial. La cultura y civilización de Los Millares, la de El Argar, la romana, y la musulmana, condensan en este espacio los vestigios de distintos puntos geógraficos de nuestra provincia.
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