Origen de los Villancicos populares

miércoles, 25 de diciembre de 2013


¡Bueno es saberlo, al menos curioso! De todos modos, ¡cultura es!

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«Pero mira cómo beben los peces en el río, pero mira cómo beben por ver a Dios nacío...». No parece que estos versos, acompañados de zambomba, mazapán, polvorones, y la abuela con la cuchara rasca que te rasca la botella de anís del Mono, revistan la solemnidad y la compostura que una celebración religiosa requiere. Pero es que las navidades son mucho más que unos días de profundo sentimiento cristiano. Son días de fiesta, de algarabía, de calidez en el corazón porque en el Portal de Belén, además de estrellas sol y luna, la Virgen y San José, hay un niño que está en la cuna. Y ese Niño, Jesús, es la esperanza de los humildes, de los perseguidos, de los pobres, de los parados.
Y por eso, son los villanos (hoy, el pueblo) gente como los Cipri, Satur y Margarita de «Águila Roja» quienes cantaron y cantan los villancicos. Pero aunque no sea del todo conocido, su origen se remonta en la noche de los tiempos de la cultura castellana, hasta el punto de que al Marqués de Santillana, a mediados del siglo XV, ya sentía este tipo de coplillas como «cantares antiguos».
Desde entonces, los villancicos crecieron y se multiplicaron como versos festivos, del pueblo y el decir populares, también pasaron a los escritores cultos, a los Cancioneros, a los maestros de capilla, a las casas y a las iglesias, hasta llegar a Juan Ramón, Alberti, Miguel Hernández, Lorca, convirtiéndose en una tradición lírico-musical que hoy persiste.
Tradición e historia que se recoge en «El gran libro de los villancicos» (El Aleph Ed.), un libro tan preciso y meticuloso en su estudio, como en su entrañable y hermoso significado. Un libro cuya edición ha corrido a cargo de la filóloga Silvia Iriso. «El villancico —explica— al principio es un término que surge simplemente como manera de identificar una composición popular (por eso también al principio “baila” el término para designarlo: “villanesca, villancete”), la ligada a la gente que vive en la “villa”, y no en la Corte. Porque villano antiguamente no tenía el sentido despectivo que tiene hoy. Luego, los autores cultos para “identificarla” comenzaron a utilizar ese nombre: villancico».

 

Pop de otra época

Incluso, como subraya Iriso, puede considerarse al villancico como la música pop de hace siglos: «Fíjese, cuando los clérigos utilizan las músicas del villancico para difundir sus composiciones religiosas (y dicen “cántese al son de...” o “al tono de...”) o incluso cuando deciden que se canten dentro de la iglesia (durante los siglos XVII y XVIII) están actuando como cuando los sacerdotes de hoy utilizaron (y utilizan) música pop (de los Beatles o el “Blowin' in the wind” de Dylan), con otra letra, para cantar durante la misa».
El origen de tan popular género es «completamente castellano —continúa la editora—, aunque se “exportó” a otros lugares, como Hispanoamérica, desde finales del XVI. Los villancicos de sor Juana Inés de la Cruz que recojo se cantaron en México a finales del XVII. Otro compositor muy conocido de la época es Juan de Araujo, aunque el más curioso, quizá, es Gaspar Fernández. A él se debe el llamado “Cancionero de Oaxaca” (hacia 1613), en donde el autor musicaliza villancicos de Lope de Vega, pero en donde también compone otros ¡en nauahtl! Los musicólogos advierten, además, de la riqueza que en esta tradición hispanoamericana adquieren los ritmos e instrumentos también “propios”. En todo caso, los compositores se formaron en la Península».
Así que cuando en estos días a ustedes se les antoje darle a la zambomba y al Xixona, mientras cantan con mayor o menor fortuna pero mira cómo beben los peces en el río, sepan que acaban de sumergirse en el hermoso e imperecedero río de nuestra tradición. No lo duden, un sorbito de anís del Mono, y ¡a zambullirse en ese río!

 

Los villancicos, canciones universales: Las canciones más típicas de estas fechas tienen detrás siglos de historia y entrañables anécdotas

«El villancico al principio es un término que surge simplemente como manera de identificar una composición popular (por eso también al principio “baila” el término para designarlo: “villanesca, villancete”), la ligada a la gente que vive en la “villa”, y no en la Corte. Porque villano antiguamente no tenía el sentido despectivo que tiene hoy. Luego, los autores cultos para “identificarla” comenzaron a utilizar ese nombre: villancico». Esta es la explicación que incluye en «El gran libro de los villancicos» (El Aleph Ed.) su autora, la filóloga Silvia Iriso.

Iriso expone también que el origen de tan popular género es «completamente castellano aunque se “exportó” a otros lugares, como Hispanoamérica, desde finales del XVI». Así, en pone un ejemplo: los villancicos de sor Juana Inés de la Cruz, que se cantaron en México a finales del XVII. Otro compositor que esta autora incluye es Juan de Araujo, aunque el más curioso, quizá, es Gaspar Fernández.  A él se debe el llamado «Cancionero de Oaxaca» (hacia 1613), en donde «el autor musicaliza villancicos de Lope de Vega, pero en donde también compone otros ¡en nauahtl! Los musicólogos advierten, además, de la riqueza que en esta tradición hispanoamericana adquieren los ritmos e instrumentos también “propios”. En todo caso, los compositores se formaron en la Península».
Así, con estos orígenes, los villancicos forman parte de nuestro día a día en estas fechas tan especiales en las que, cada uno, tiene su favorito. Hacemos un repaso por diez de los más conocidos.

1/ el tamborilero:
Es uno de los villancicos más queridos en España ya que el cantante Raphael lo versionó en 1969, convirtiéndolo en una de nuestras canciones más queridas. Sin embargo, el también conocido como «El niño del tambor» es un villancico popular de origen checo que fue traducido libremente al inglés en 1941 por Katherine Davis. Adquirió fama internacional gracias a la versión realizada por la Familia Trapp.
La letra de este villancico trata el tema de la pobreza y de la vida de un niño con su tambor cuando visita el pesebre y, al no tener ningún regalo, le ofrece al niño la música de su tambor. Este tema argumental tiene su antecedente en una ópera que Jules Massenet compuso en 1902, y que a su vez recoge la trama de un cuento de Anatole France en el que recrea una leyenda francesa del siglo XII titulada «Le Jongleur de Notre Dame» («El juglar de Nuestra Señora»). En ella se narra cómo un juglar entona su canto ante una estatua de la Virgen María y ésta le sonríe o le arroja una rosa, según las diferentes versiones de la historia.


2/ Noche de Paz:
Son muchas las leyendas que han circulado alrededor de esta canción, cuya historia verdadera no se conoció hasta que Gruber envió –36 años después de que fuera interpretada por primera vez en la Misa del Gallo celebrada, en 1818, en la iglesia de San Nicolás del pequeño pueblo pesquero de Austria– una carta a Berlín con la historia fidedigna del origen de «Still nacht» («Noche de paz»), donde se incluían unas breves biografías… cuando Mohr, pobre, ya había muerto.
El sacerdote Joseph Mohr escribió en 1818 una poesía y se la llevó a su amigo músico, Franz Gruber, para que le pusiera una sencilla melodía. En apenas unas horas de la tarde del 23 de diciembre, y con la ayuda de una guitarra, el villancico quedó terminado y adaptado para dos voces y coro. A partir de ahí comenzó su difusión internacional.

El autor de «Noche de paz» no ganó ni para pagar su entierro


3/ Adeste Fideles:
es un villancico escrito en 1743 por el músico inglés John Francis Wade. Así lo puso de manifiesto la investigación realizada por el monje benedictino Dom John Stephen, quien centró su estudio en esta famosísima canción compuesta en latín. Con todo, otras hipótesis recogen que se trata de un himno de origen portugués. De hecho, se cantaba en la misión portuguesa en Londres en 1797, por lo que todavía hoy es llamado en muchos países «El himno portugués». También se usaba en la bendición durante la Navidad en Francia, España, Portugal e Inglaterra desde fines del siglo XVIII.
«Acudid, fieles, alegres, triunfantes venid, venid a Belén. Ved al nacido Rey de los ángeles. Venid adoremos, venid adoremos, venid adoremos al Señor. He aquí que dejado el rebaño, los pastores llamados se acercan a la humilde cuna y nosotros nos apresuramos con paso alegre (...)», dice este famosísimo villancico, en su traducción al castellano.

4/ Campanas sobre campanas:
Las campanas se asocian con la alegría, los anuncios y lo celestial. Por eso, el popular «Campana sobre Campana» tiene mucho de todo esto. Es uno de los villancicos de origen español más internacionales y más cantados pese a que lo único que se sabe es que es andaluz y se desconoce quién es el autor. Eso sí, es conocido en todos los países de habla hispana así como en otros como Polonia.
Cabe destacar la letra de esta canción, ya que cada estrofa nos explica un momento clave del nacimiento del niño Jesús. Por ejemplo, la primera anuncia el alumbramiento y con una metáfora expresa la alegría con el sonido de campanas y campanas. A partir de la segunda se pregunta cuál es la novedad o el llamamiento al cantar de las campanas.

5/ Los peces en el río:
Es otro de los villancicos más populares en España y Latinoamérica y es, además, uno de los más divertidos y animados que se conocen. En algunas de sus estrofas puede intuirse cierta influencia árabe aunque su origen y autor es desconocido.
En este caso la canción no basa su letra y contenido en el nacimiento del niño Jesús, ya que en este caso la protagonista es la Virgen María.
En España lo han versionado, entre otros, Manolo Escobar, el grupo Siempre Así o Los Chunguitos.

6/ La marimorena:
Los villancicos también nos regalan anécdotas como la que parece que está detrás de «La Marimorena». Al parecer, data del siglo XVIII y su origen se encuentra en el nombre de una tabernera de la corte de Madrid, llamada María Morena.
Según relata la historia, fue en la Navidad de 1702 cuando el Conde regidor de Cervera fue avisado de que en el convento de San Francisco la ceremonia religiosa estaba siendo entorpecida por un estruendo de zambombas, tambores, panderetas y almireces. Entre los alborotadores se encontraba María Morena, quien fue castigada. Sin embargo al año siguiente, los mozalbetes aludiendo a María Morena cantaban «Ande, ande, ande, la marimorena, ande, ande, ande que es la Nochebuena» y así se originó el Villancico que se ha hecho famoso en toda España.


7/ Blanca Navidad:
Es, sin duda, uno de los villancicos favoritos. Es más, es una canción navideña que figura en el libro Guinness de los records como el tema más vendido en la historia, con unos 50 millones de copias en todo el mundo.
Este villancico es una glorificación a la Navidad que fue escrita por el compositor Irving Berlin mientras disfrutaba del verano de Arizona en el año 1940. Así que, irónicamente, no estaba rodeado ni de los adornos típicos de estas fechas ni de la idílica nieve a la que se refiere en su letra.
Dos años más tarde, «White Christmas», como se la conoce en inglés, fue incluida en el musical «Holiday Inn» aunque su verdadero éxito llegó a partir de 1945, cuando se posicionó entre los primeros puestos de las listas de éxitos.

8/ Ay del Chiquirritín:
Es otra de las canciones tradicionales de Navidad y además, de los más queridos por los pequeños de la casa. Se trata de un villancico español, de origen andaluz.
La gracia de esta canción es que está compuesto por varias estrofas con un estribillo que se repite al final de cada una y cuenta con un ritmo animado y divertido a través del cual narra cómo estaba el niño Jesús al nacer.
Tiene una métrica muy sencilla y su rima es muy pegadiza. Además, durante todo el canto se expresa la alegría por el nacimiento del niño Jesús y se refleja el cariño.

En este caso es un villancico venezolano que más tarde fue titulado como «El Burrito de Belén». Fue compuesto por el músico y compositor venezolano Hugo Blanco para la temporada navideña de 1975.
En un primer momento fue grabada por Simón Díaz aunque su versión no se llegó a editar. Más tarde fue el grupo musical infantil también venezolano «La Rondallita», quien, en 1976 con la voz solista del niño Ricardo Cuenci, catapultó la canción al éxito entre los más pequeños a finales de 1970.

10/ «Campanitas del lugar» o «Campanita del lugar»:
es una popular canción infantil y navideña conocida en varios países con distintos títulos y letras. Su primera aparición escrita es la francesa y data del año 1761. En francés se conoce como «Ah! vous dirai-je, Maman», en inglés «Twinkle, Twinkle, Little Star» y en alemán «Morgen kommt der Weihnachtsmann».




1 comentarios:

CHRISTIAN dijo...

Un origen muy interesante y la ve la lectura de el villancico esta chula la historia.

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