Construyendo nuestra historia
Tras el retorno del período vacacional, les propuse pensáramos
cuatro experiencias extraordinariamente desagradables, y otras tantas emocionalmente
atrayentes relacionadas con el año concluido 2015… ¿Por qué? porque vengo a observar que cual faro en costa, siempre
se habla en la historia de los señuelos reales y acomodados señores pero nunca
del pueblo llano y del común de contribuyentes, y tenemos derecho a ejercer nuestra memoria y rendir tributo a nuestros ascendientes, por quienes vivimos y como vivimos -en parte-.
Así que los reyes se escriban sus vidas, que nosotros redactaremos
las nuestras, y de esto va, de ceñirnos nuestras experiencias, entronizando
nuestras gestas; que pudieran ser “llanas”, pero nuestras. Por tanto que no nos
desprovean de nuestra “historia”, de cada experiencia personal vivida por cada
uno, ya personalmente o en familia. De aquí que, para hacerlo más ameno y
emotivo, les propuse añadieran una anécdota o experiencia relevante de cada uno
de ellos con cada uno de estos familiares citados.
Para ello, construimos un árbol genealógico ubicando a cada
miembro en relación con los otros, y así fueron surgiendo los resultados…
Por mi parte yo me lancé al agua y expuse esta anécdota:
Hoy, precisamente
hoy, nacía un cantante del gusto de mis abuelos, y su música me trae recuerdos
de ese mundo que fue, un mundo que ya no existe, pero que gracias a la
grabación de su voz perdura en el recuerdo…
Sucedía
que mi abuela materna pasaba con nosotros una temporada, residiendo en la casa
de mis padres; y mi abuelo paterno, cada día, dábase un paseíto al Barrio Bajo
-donde vivíamos- y aguardaba su tiempo en el salón, a que, con mi tío que venía
a recogerle, se volvieran a su casa, Carril de San
Diego arriba, en el Barrio Alto. Mientras, se hablaba de las cosas del momento
y se amenizaba unas veces con la radio, otras con los cassettes de cintas
magnetofónicas de cantantes de épocas… Entre éstos, estaba el tal Angelillo,
motivo de debate entre ellos y de chufla por la mía, porque aquellos
“gorgoritos”, desencajaban ya en los gustos de “mi tiempo”. Yo que por bromear,
remedaba al cantaor -que no cantante-, intentando imitar su peculiar estilo, a
lo que mi buena abuela, me animaba – más bien, chuflándose ella entonces de mí-
reconociéndome que cantiñeaba con relevante gracia… ¡En fin, cosas de las
abuelas! (y por ello siempre querida y recordada). Y mi abuelo también, “metido
en el ajo”, muy circunspecto, llevaba el compas, dando golpes con los nudillos
de sus dedos sobre la mesa, al ritmo del cante. Y así la emoción, así la fuerza
del machaqueo.
Hoy Angelillo, tu recuerdo me evoca a los de mis
abuelos. ¡Va por ti, va por ellos!
Este asunto dio para tratar los sistemas de grabación (sistemas
de almacenamiento de memoria) y los medios de divulgación de entonces, los
estilos y costumbres, el modo de vida… incluso del valor del dinero y las
monedas de entonces …
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