Tomando conciencia de nuestra propia identidad

martes, 12 de enero de 2016

Construyendo nuestra historia

Tras el retorno del período vacacional, les propuse pensáramos cuatro experiencias extraordinariamente desagradables, y otras tantas emocionalmente atrayentes relacionadas con el año concluido 2015… ¿Por qué? porque vengo a observar que cual faro en costa, siempre se habla en la historia de los señuelos reales y acomodados señores pero nunca del pueblo llano y del común de contribuyentes, y tenemos derecho a ejercer nuestra memoria y rendir tributo a nuestros ascendientes, por quienes vivimos y como vivimos -en parte-.

Así que los reyes se escriban sus vidas, que nosotros redactaremos las nuestras, y de esto va, de ceñirnos nuestras experiencias, entronizando nuestras gestas; que pudieran ser “llanas”, pero nuestras. Por tanto que no nos desprovean de nuestra “historia”, de cada experiencia personal vivida por cada uno, ya personalmente o en familia. De aquí que, para hacerlo más ameno y emotivo, les propuse añadieran una anécdota o experiencia relevante de cada uno de ellos con cada uno de estos familiares citados.

Para ello, construimos un árbol genealógico ubicando a cada miembro en relación con los otros, y así fueron surgiendo los resultados…

Por mi parte yo me lancé al agua y expuse esta anécdota:

Hoy, precisamente hoy, nacía un cantante del gusto de mis abuelos, y su música me trae recuerdos de ese mundo que fue, un mundo que ya no existe, pero que gracias a la grabación de su voz perdura en el recuerdo…
Sucedía que mi abuela materna pasaba con nosotros una temporada, residiendo en la casa de mis padres; y mi abuelo paterno, cada día, dábase un paseíto al Barrio Bajo -donde vivíamos- y aguardaba su tiempo en el salón, a que, con mi tío que venía a recogerle, se volvieran a su casa, Carril de San Diego arriba, en el Barrio Alto. Mientras, se hablaba de las cosas del momento y se amenizaba unas veces con la radio, otras con los cassettes de cintas magnetofónicas de cantantes de épocas… Entre éstos, estaba el tal Angelillo, motivo de debate entre ellos y de chufla por la mía, porque aquellos “gorgoritos”, desencajaban ya en los gustos de “mi tiempo”. Yo que por bromear, remedaba al cantaor -que no cantante-, intentando imitar su peculiar estilo, a lo que mi buena abuela, me animaba – más bien, chuflándose ella entonces de mí- reconociéndome que cantiñeaba con relevante gracia… ¡En fin, cosas de las abuelas! (y por ello siempre querida y recordada). Y mi abuelo también, “metido en el ajo”, muy circunspecto, llevaba el compas, dando golpes con los nudillos de sus dedos sobre la mesa, al ritmo del cante. Y así la emoción, así la fuerza del machaqueo.

Hoy Angelillo, tu recuerdo me evoca a los de mis abuelos. ¡Va por ti, va por ellos!



Este asunto dio para tratar los sistemas de grabación (sistemas de almacenamiento de memoria) y los medios de divulgación de entonces, los estilos y costumbres, el modo de vida… incluso del valor del dinero y las monedas de entonces …

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