SI QUIERES LA PAZ, SIEMBRA JUSTICIA

domingo, 28 de enero de 2018

Desde 1964, para conmemorar la muerte de Gandhi, se celebra el 30 de enero el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, reconocido por la UNESCO en 1993. En esta fecha se recuerda la necesidad de la educación para la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los Derechos Humanos, la no violencia y la paz.

La cuestión es que por acción u omisión ante situaciones de violencia de género, maltrato infantil y juvenil, explotación laboral y discriminacion salarial, cuando no favorecemos el comercio justo y los tratados internacionales imponen injustas trabas, cuando perseguimosa los que sufren migraciones y huidas por guerras o hambrunas a causa de desastres naturales o inducidas por otros hombres, ... se vulnera los principios de justicia ...




Si quieres la paz, siembra justicia


Al analizar el siguiente comentario sobre el asunto de la paz, quiero valerme de dos sistemas de pensamientos y axiologías que han movido hasta las fechas, a los pueblos históricos del mundo.  Por aquello que es más fácil percibir y diferenciar por contrarios, me serviré de dos tópicos claramente contrastados cuales antítesis, y tras análisis de sus procesos, valorar los resultados a corto, medio y largo plazo.

Los dos tópicos los condensaré en las sentencias históricas… la primera del siglo cuarto de nuestra era, la segunda, dieciséis siglos después, reciente, del siglo pasado.

La primera: “si quieres/buscas la paz, prepara la guerra” (De lo militar, de Publio Flavio Vegecio). La segunda: “la paz no es la ausencia de conflictos sino la práctica de la justicia”.

Dos sentencias que condicionan estilos de vidas y organizan a una sociedad … La primera, se expresa de modo totalitario: “si vis pacem para bellum”, parece querer pasar por verdad que tras la guerra se halla la paz, como de una vida de sufrimiento la gloria… Son pensamientos agresivos y revanchistas… las guerras no guardan progresos sino destrucción y aniquilamientos… Los hay que tratan de justificar las guerras en aras a los avances tecnológicos que “por defenderse o atacar, se genera” pero los resultados siempre son en realidad lamentables, salvo para los vencedores que obtienen los tesoros de los pueblos vencidos… Existe otra sentencia a la hora de argumentar estos resultados, y la hiciera un fabulista francés, del siglo XVII, Jean de La Fontaine, advirtiéndonos: “la razón del más fuerte, siempre es la mejor”… de hecho, se cuenta que la historia la escriben los vencedores… los aniquilados, o no tienen voz o quedaron sin votos…

Tras los humos de las victorias siempre se esconden grandes mentiras, horrendas aberraciones y vanaglorias huecas, y sobretodo, grandes desgastes, desastres y penurias… además de expolios y demás vilezas. Las guerras destruyen campos, industrias, poblaciones, infraestructuras y recursos... y la misma moral. ¡Claro! los que la sufren, no los que la hacen… Las guerras generan mayores desigualdades sociales, los ricos acaparan más riquezas, y los pobres aún más empobrecidos, malviven o emigran … Todas las guerras generan migraciones, cuando no deportaciones, por los propios desastres de las guerras. Desastres que llegan a las raíces mismas de las relaciones humanas, familias rotas por heridas de traiciones, delaciones o no asistir a necesitados y desesperados en necesidades extremas… Todos ante las guerras nos hacemos vulnerables, los derechos quedan suspendidos y no hay garantías…

La guerra se hace, se prepara, se incuba, no surge de la nada, ni de golpe aparece. Cual criatura se gesta, se cría y se educa… pero aún hemos podido observar, precisamente por las experiencias de guerras vividas, que las guerras como ocurriera con Pirro, rey … consume tal cantidad de recursos que, aún ganando, perdiera. El propio imperio español sucumbe por la aniquilación de los recursos disponibles. Las guerras de religión en los países europeos dejaron una cruda experiencia de su inutilidad, y es que la misma respuesta de Miguel de Unamuno a Millán Astray lo condensa: “venceréis, pero no convenceréis” pues el que vence ciertamente se expone a sufrir la rebelión del vencido, mientras que el convencido siempre quedara como aliado.

Hoy, testigos de la historia, no podemos repetir las mismas formulas y procedimientos comprobados que sólo produjeran aniquilación… Hoy, en la actualidad, con armas terriblemente sofisticadas y precisas, no nos podemos exponer a tales maniobras, porque como comprobamos, muchos aliados en un momento, se convierten en adversarios y, “las cañas se hacen lanzas… cualquier operación se puede volver en su contra.

De todos estos hechos referidos, hoy hemos descubierto que, solo trabajando por la justicia, y corrigiendo las desigualdades en el acceso a ella, cimentamos la paz… No podemos admitir la desigualdad, ni por prevalencia de unas razas, pueblos, poderes, creencias… porque en la medida que se cultiva la injusticia nos hacemos todos más vulnerables… Solo los imbéciles agrandan las heridas, las brechas y grietas. Ni tampoco tapándonos los ojos, o levantando muros o silenciado noticias… Todas las vidas en conjunto resultan ser vital porque todos somos uno.

Ante esta conciencia nos enfrentamos a otro problema: no querer oír ni ver ni sentir aquellas circunstancias de vulnerabilidad ... prestando atención a otros útiles de consumo, que cuales opiáceos, anestesian o anulan la angustia que esas conductas contrarias a esa justicia… generan. Somos muy reivindicativos de nuestros derechos, pero nos mostramos enormemente insolidarios, por lo cual, nos convertimos en vulnerables porque la fuerza de la cohesión se desvanece.

Hoy sabemos a ciencia cierta que nuestro planeta y su existencia de vida corren a par la misma suerte. Si queremos continuar la vida hemos de preservar tanto el planeta como el conjunto, con su diversidad y complementariedad, salvándolo desde una relación armónica… y como advirtiera el propio oráculo de Delfos, “nada en exceso”. Así que –cada uno- hemos de equilibrar nuestras conductas y templar nuestros sentimientos.

Si quieres la paz siembra justicia
30 de enero de 2018

la película "el huevo de la serpiente" - Ingmar Bergman- resulta ofrecernos una visión cinematografiada de la realidad de la violencia y sus raices.

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